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Contaminación en el Cultivo de Hongos: Tipos, Causas y Prevención

  • Foto del escritor:  Alejandro Navarrete-Galllegos
    Alejandro Navarrete-Galllegos
  • 31 oct
  • 18 Min. de lectura

Introducción



Ilustración de hongos y contaminantes en una placa petri representando la contaminación en el cultivo de hongos

La fungicultura se ha consolidado como una de las ramas más prometedoras de la agricultura sostenible en Latinoamérica. La creciente demanda de hongos comestibles y medicinales ,como Pleurotus ostreatus, Hericium erinaceus y Lentinula edodes, ha fomentado el desarrollo de técnicas accesibles incluso para pequeños productores y emprendedores rurales. Sin embargo, detrás de cada bloque fructificado y cada bandeja de hongos saludables existe un desafío permanente: la contaminación.


La contaminación no es simplemente una falla técnica; representa un riesgo biológico complejo que involucra bacterias, mohos competidores, insectos y condiciones ambientales desfavorables. En un entorno controlado de alta humedad y temperatura templada, bastan unas pocas esporas para comprometer el trabajo de semanas.


Comprender su origen, anticiparse a su aparición y actuar con precisión es, por tanto, una de las competencias fundamentales del cultivador moderno.

Esta guía se propone ser una referencia integral ,tanto para micocultores domésticos como para proyectos productivos, abordando desde los fundamentos microbiológicos hasta la gestión sostenible del sustrato. Su enfoque combina las mejores prácticas de bioseguridad, control ambiental y biotecnología aplicada para garantizar cultivos sanos, productivos y competitivos.


Comprender la contaminación: naturaleza y dinámica


En términos micológicos, la contaminación se define como la invasión del entorno de cultivo por organismos no deseados que compiten por los mismos recursos: espacio, humedad, oxígeno y nutrientes. Estos organismos rivalizan con el micelio principal, impidiendo su expansión, degradando enzimas o alterando el pH del medio.


Las fuentes más comunes son tres:

Fúngicas: mohos del género Trichoderma, Aspergillus, Neurospora, Penicillium.

Bacterianas: especies como Bacillus subtilis, Pseudomonas, Enterobacter cloacae.

Zoológicas: ácaros, moscas del hongo y nematodos que introducen contaminantes secundarios.


El ciclo comienza habitualmente durante la inoculación o incubación, cuando los sustratos aún no han alcanzado una colonización completa. Por ejemplo, el Trichoderma harzianum germina en cuestión de horas si las condiciones de humedad son excesivas o si hay restos orgánicos sin pasteurizar. Cuando esto ocurre, el micelio presenta decoloraciones, texturas difusas y olor agrio.


En muchos casos, los contaminantes actúan de manera sinérgica, coexistiendo múltiples patógenos. Un mal manejo del sustrato puede facilitar que bacterias acidifiquen el entorno, lo cual favorece la germinación de mohos competidores. Este tipo de combinaciones es frecuente en cultivos de Pleurotus, donde la paja poco tratada o la ventilación deficiente crean microclimas propensos a infecciones bacterianas y fúngicas simultáneas.


Factores ambientales que favorecen las contaminaciones

Cada fase del ciclo de cultivo presenta vulnerabilidades distintas:

Fase del proceso

Factores críticos

Riesgos principales

Pasteurización

Temperatura insuficiente

Supervivencia de esporas bacterianas (Bacillus spp.)

Inoculación

Contaminación cruzada

Introducción de bacterias por manipulación

Incubación

Exceso de humedad, mala ventilación

Desarrollo de mohos como Trichoderma

Fructificación

Aire viciado, condensación

Moho de telaraña y bacterias del agua

Postcosecha

Residuos húmedos

Moscas, ácaros, esporulación secundaria


En instalaciones comerciales, la acumulación de CO₂ es uno de los problemas más comunes. La falta de recirculación o renovación del aire genera un ambiente propicio para la germinación de Hypomyces rosellus (moho telaraña), que prospera con altos niveles de humedad y estancamiento.


Por otro lado, la temperatura desempeña un papel dual. Si bien cada especie fúngica tiene su rango óptimo, los microorganismos contaminantes toleran amplios márgenes. Por ejemplo, Bacillus puede sobrevivir hasta 80 °C en forma de esporas. Por eso los cultivadores profesionales usan pasteurización prolongada (80–85 °C durante 8–12 horas) o tratamiento alcalino, que complementa la desinfección térmica neutralizando endosporas.


Hongos comestibles y medicinales ,como Pleurotus ostreatus, Hericium erinaceus y Lentinula edodes, han fomentado el desarrollo de técnicas accesibles incluso para pequeños productores y emprendedores rurales. Sin embargo, detrás de cada bloque fructificado y cada bandeja de hongos saludables existe un desafío permanente: la contaminación.


La contaminación no es simplemente una falla técnica; representa un riesgo biológico complejo que involucra bacterias, mohos competidores, insectos y condiciones ambientales desfavorables. En un entorno controlado de alta humedad y temperatura templada, bastan unas pocas esporas para comprometer el trabajo de semanas. Comprender su origen, anticiparse a su aparición y actuar con precisión es, por tanto, una de las competencias fundamentales del cultivador moderno.


Fuentes de contaminación en el Cultivo de Hongos y protocolos de higiene avanzada


En este bloque se profundiza en las fuentes de contaminación en el cultivo de hongos, los mecanismos por los cuales se propagan y las medidas preventivas para evitar su introducción o proliferación. Este conocimiento permite diseñar procedimientos de bioseguridad sólidos, esenciales tanto para cultivos domésticos como para instalaciones profesionales.


Principales fuentes de contaminación en la fungicultura

La contaminación en el cultivo de hongos puede originarse en cualquier punto del proceso productivo. A continuación se detallan las fuentes más relevantes, clasificadas según su impacto y frecuencia:


a) Material de sustrato

Los sustratos mal preparados constituyen el origen más común de contaminación primaria. Residuos agrícolas como paja, aserrín o cascarilla pueden contener microorganismos latentes ,bacterias del género Bacillus o mohos como Aspergillus, resistentes a tratamientos térmicos incompletos.


La contaminación puede ingresar en tres fases:

  • Antes del tratamiento: por mal almacenamiento del material orgánico.

  • Durante la pasteurización: si no se alcanzan temperaturas o tiempos suficientes.

  • Después del tratamiento: cuando se enfría el sustrato al aire sin protección, exponiéndolo a esporas ambientales.


b) Agua y herramientas

El agua no purificada introduce bacterias o iones metálicos que alteran el pH. Las herramientas contaminadas (cuchillos, guantes o recipientes) transmiten mohos invisibles. Por ello se recomienda el uso de agua hervida o filtrada, utensilios desinfectados y limpieza sistemática diaria.


c) Micelio contaminado

Incluso el mejor sustrato puede perderse si el inoculante presenta contaminación preexistente. Micelio micelio colonizado en granos puede ser portador de contaminantes si no fue esterilizado adecuadamente o si fue inoculado en un entorno no estéril. Revisar signos como manchas verdes, humedad anormal o grano pegajoso ayuda a detectar a tiempo micelio comprometido.


d) Instalaciones y flujo de aire

Las salas de incubación y fructificación acumulan polvo, esporas y partículas orgánicas. El flujo de aire inadecuado o el uso de ventiladores sin filtros HEPA favorecen la dispersión masiva de contaminantes. Los cultivos profesionales implementan sistemas de flujo unidireccional, reduciendo la recirculación del aire contaminado.


e) Personal y vestimenta

El cuerpo humano es un vector natural de hongos y bacterias. La piel, cabello y ropa acumulan esporas del ambiente. Recomendar el uso de:

Ropa limpia (monos, delantales impermeables).

Mascarillas N95 o quirúrgicas.

Calzado exclusivo para el área de cultivo.

La higiene del personal debe ser igual de rigurosa que en un laboratorio microbiológico.


Protocolos de higiene avanzada

El control de contaminación requiere la sistematización de medidas higiénicas, conocidas en la micología aplicada como Buenas Prácticas de Producción Fúngica (BPPF). No basta con “limpiar”; se trata de mantener un entorno controlado y estable, donde toda operación siga un patrón estandarizado:


a) Limpieza vs. desinfección

  • Limpieza: eliminación física de materia orgánica (polvo, residuos de sustrato). Se realiza con detergentes neutros o agua a presión.

  • Desinfección: destrucción química o térmica de microorganismos. Se efectúa luego de la limpieza.

Recomendaciones:

  • Superficies lisas, no porosas, sin juntas o grietas.

  • Soluciones frecuentes: amonio cuaternario al 1%, alcohol 70%, peróxido 10 volumenes, hipoclorito 2%

  • Alternancia de biocidas para evitar resistencia.


b) Control ambiental continuo

El equilibrio entre ventilación, temperatura y humedad es clave. Fluctuaciones amplias generan microcondensación: el punto de entrada para bacterias y mohos.

Recomendaciones prácticas:

Incorporar higrómetros y termómetros digitales con memoria.

Mantener humedad ideal: 60 % en incubación, 85–95 % en fructificación.

Filtrar aire de entrada cada 15 días, y limpiar extractores cada 4–6 semanas.


c) Zonas y barreras sanitarias

Idealmente, una instalación micológica debe estar segmentada en zonas:

  1. Zona de carga y preparación de sustratos.

  2. Área de inoculación estéril.

  3. Bodega o sala de incubación.

  4. Cámara de fructificación.

  5. Cada zona debe presentar un cambio de calzado, desinfección de manos y control de flujo de personal.

Esto evita la dispersión cruzada de contaminantes desde áreas más “sucias” a áreas asépticas.


d) Esterilización de aire y superficies

Las lámparas ultravioleta UV-C en cámaras de inoculación son herramientas efectivas si se usan correctamente. Deben encenderse antes del proceso, con la sala vacía, y mantenerse activas entre 15 y 30 minutos para inactivar esporas aéreas.

El ozono también se usa en instalaciones comerciales, reduciendo la carga biológica del aire sin residuos químicos.


Métodos de desinfección y esterilización profesional

Técnicas térmicas

  • Pasteurización (60–70 °C, 6–12 h): apta para pajas, aserrín y residuos vegetales.

  • Esterilización al vapor (121 °C, 1–2 h): ideal para granos, bloques sellados o Micelio.

  • Inmersión alcalina: método práctico para pequeños productores (usa cal viva o soda cáustica diluida para lograr pH entre 12 y 13, eliminando bacterias y hongos competidores).

Técnicas químicas

  • Hipoclorito de sodio (0.5–2 %): desinfecta superficies sólidas, aunque puede dejar residuos corrosivos.

  • Peróxido de hidrógeno (2–3 %): útil para sustratos sensibles.

  • Amonio cuaternario: excelente para herramientas y superficies no metálicas.

  • Alcohol 70 %: el más seguro para utensilios de inoculación directa.

Herramientas de apoyo

  • Autoclaves de presión u ollas a presión domésticas adaptadas.

  • Cámara de flujo laminar, campanas de bioseguridad o “SAB” (Still Air Box) para inoculación artesanal.

  • Guantes de nitrilo desechables, trajes lavables y mascarillas reutilizables.


Errores frecuentes en la aplicación de limpieza y desinfección.

  1. Usar siempre el mismo biocida. Esto fomenta la resistencia microbiana. Alternar productos garantiza efectividad sostenida.

  2. No respetar tiempos de contacto. Una superficie rociada y secada inmediatamente no se desinfecta. El biocida debe permanecer activo entre 5 y 15 minutos según el producto.

  3. Desinfectar antes de limpiar. La materia orgánica inactiva los desinfectantes; primero se limpia, luego se desinfecta.

  4. Falta de secado. Las superficies húmedas son ambientes ideales para la recolonización bacteriana.

  5. Uso excesivo de cloro. Puede alterar el pH, afectar al micelio y corroer metales o plásticos.


Introducción al concepto de bioseguridad micológica


La bioseguridad micológica no es exclusiva de grandes laboratorios. Cualquier microemprendimiento puede aplicar sus principios: limitar la exposición, reducir el riesgo y responder rápidamente a incidentes.

Su enfoque se basa en tres pilares:

Prevención: control de entrada (materiales, aire, agua, personas).

Monitoreo: sistemas de registro y revisión constante.

Contención: procedimientos de aislamiento ante presencia confirmada de contaminantes.

Implementar este sistema eleva la productividad hasta un 30 %, reduce pérdidas y mejora la calidad visual y organoléptica de los hongos.


Estrategias preventivas y manejo de contaminaciones activas

En este bloque se abordan las estrategias de prevención de contaminación más importantes durante cada etapa del cultivo de hongos, junto con los protocolos de respuesta inmediata ante infecciones activas. Los procedimientos se adaptan tanto a la escala artesanal como profesional, siguiendo principios inspirados en las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM).


Estrategias preventivas por etapa de cultivo

a) Preparación del sustrato

El sustrato es la base del éxito productivo y la principal fuente de riesgos. La regla de oro: “un sustrato limpio, un cultivo limpio”.

Se recomienda una combinación de tratamiento térmico y químico ligero para máxima eficacia:

  • Pasteurización prolongada: 60–70 °C por 8–12 h. Elimina la mayor parte de bacterias y hongos sin destruir nutrientes.

  • Inmersión alcalina: uso de cal viva (CaO) o cal apagada (Ca(OH)₂) a 1–2 %. Eleva el pH hasta 12–13, eliminando endosporas resistentes (Bacillus, Clostridium) y neutralizando mohos del sustrato.

  • Esterilización con vapor: adecuada para micelio y materiales sellados. Autoclaves o barriles a presión permiten alcanzar 121 °C durante 2 h, obteniendo un entorno casi completamente libre de vida microbiana.


Para cultivos artesanales, es útil combinar ambos métodos: inmersión alcalina y pasteurización moderada, logrando un balance entre costo, ahorro energético y efectividad.


b) Inoculación

La inoculación es la fase más crítica. En este momento el sustrato está limpio y vulnerable.

Protocolos recomendados:

  • Desinfectar la superficie con alcohol isopropílico o peróxido al 3 %.

  • Utilizar guantes de nitrilo nuevos y mascarilla.

  • Trabajar dentro de una caja de aire quieto (SAB) o flujo laminar.

  • Desinfectar la cuchilla o espátula antes y después de cada uso.

  • Reducir la exposición del sustrato abierto a menos de 2 minutos.

Si se trabaja en un entorno sin flujo laminar, puede improvisarse una “cabina de bioseguridad casera” con una caja transparente invertida y una lámpara UVC de 15 min previa a su uso.


c) Incubación

Durante la colonización, la prevención se centra en mantener la estabilidad ambiental:

  • Temperatura: 22–26 °C para Pleurotus ostreatus.

  • HR: 60–70 %.

  • Luz: oscuridad parcial.

  • CO₂ < 1 000 ppm y oxígeno renovado una vez cada 4–6 h.


El exceso de humedad favorece Trichoderma y bacterias mucilaginosas. Los bloques deben presentar condensación leve, nunca gotas en las paredes.

El monitoreo diario mediante observación visual y termohigrómetros digitales evita desviaciones que desencadenan brotes fúngicos.


d) Fructificación

La fructificación requiere condiciones más húmedas (80–95 % HR) y temperaturas de 18–22 °C.

Para prevenir mohos superficiales:

  • Aumentar la ventilación sin enfriar el aire.

  • Evitar riesgos directos sobre los hongos (favorece Hypomyces y bacterias).

  • Usar agua hervida, filtrada o con cloro diluido (0.5 ppm).

  • Limpiar tapas, paredes y bandejas semanalmente con vinagre o peróxido.


Cuando la contaminación ya se ha manifestado, la rapidez en la respuesta determina la pérdida o el rescate del cultivo.


a) Identificación inmediata

Evaluar rápidamente las características del contaminante:

Tipo de agente

Síntomas visuales

Olor característico

Acción inmediata

Trichoderma spp.

Micelio blanco esponjoso que vira a verde intenso

Moho húmedo, pastoso

Retirar bloque y aislar 2 m. Aplicar cal o cloro en el suelo.

Bacillus spp.

Lodo viscoso, olor agrio

Vinagre o amoníaco

Descartar bloque, limpiar la superficie con cloro.

Aspergillus spp.

Micelio gris oscuro o negro, esporas polvorientas

Mohoso seco

Retirar bolsas contaminadas; nunca manipular sin mascarilla.

Moho de telaraña (Hypomyces rosellus)

Filamentos cobweb sobre superficie húmeda

Tierra mojada

Nebulizar peróxido 3 % durante 10 min.

Insectos y ácaros

Hongos dañados o picados

Agrio o a humedad rancia

Usar trampas adhesivas y ventilar el recinto.


b) Técnicas de contención

Las zonas infectadas deben aislarse físicamente:

  • Retirar bolsas contaminadas a un área externa antes de abrirlas.

  • Aplicar cal agrícola o ceniza sobre el piso para reducir la carga microbiana.

  • Evitar barrer en seco: rociar agua con vinagre para asentar esporas.

  • Si el área está muy comprometida, detener producción 48 h, limpiar completamente y reiniciar el ciclo.


c) Desinfección localizada

Cuando el daño es parcial y localizado:

  • Inyectar peróxido 10 volúmenes (3 %) con jeringa en las zonas afectadas.

  • Aplicar agua oxigenada con vinagre (1 : 1), que combina poder antimicrobiano inmediato.

  • En bolsas de aserrín, cortar la zona contaminada y sellar con cinta microporosa.


d) Desinfección ambiental

Sistemas modernos emplean agentes gaseosos o micronizados.

Entre ellos:

  • Peróxido vaporizado (SteraMist®, TOMI Environmental Solutions): logra reducción de esporas en salas de biotecnología.

  • Vapor húmedo o niebla térmica de ácido peracético (PAA): elimina bacterias y hongos sin residuos.

  • Fotocatálisis con ozono controlado: destruye mohos superficiales, aunque requiere ventilación posterior.


e) Reutilización del sustrato con contaminación leve

En lugar de desecharlo completamente, el sustrato puede reutilizarse:

  • Compostaje caliente: elevar la temperatura a 60–70 °C durante 72 h.

  • Añadir cal y yeso agrícola: regula pH y reequilibra microorganismos.

  • Usar lombricomposta: las lombrices degradan los contaminantes residuales y transforman el material en abono útil para nuevos cultivos


f) Monitoreo de post-tratamiento

El error más frecuente es reiniciar el cultivo sin comprobar la eliminación del contaminante.

Se debe dejar el área tratada en reposo al menos 48 h y verificar:

  • Ausencia de nuevos olores.

  • Micelio limpio, blanco, sin zonas húmedas ni polvosas.

  • Superficies secas, sin condensación visible.

  • Temperatura ambiente 18–22 °C, HR < 65 %.

Cuando se cumplen estas condiciones, se puede reintroducir micelio o bloques y retomar el ciclo productivo.


g) Educación y registro

La gestión del riesgo biológico debe documentarse:

  • Registrar cada evento de contaminación (tipo, fecha, extensión, causa probable).

  • Anotar desinfectantes y dosis aplicadas.

  • Fotografiar los casos visibles de mohos o plagas.

Esta bitácora técnica facilita el aprendizaje y la mejora continua en cada ciclo productivo.


Reciclaje, compostaje y recuperación de sustratos contaminados


El manejo adecuado de los sustratos tras una contaminación es fundamental para prevenir riesgos sanitarios, disminuir pérdidas económicas y promover la sostenibilidad. En este bloque se describen enfoques técnicos y prácticos para reciclar materiales infectados, convertirlos en recursos útiles y reducir el impacto ambiental negativo.


Principios para la reutilización responsable del sustrato contaminado

  1. Nunca reciclar sustratos con contaminación agresiva activa (ej. Trichoderma, Bacillus, aspergillus tóxicos) en la misma sala de cultivo; hacerlo sólo tras procesos de inertización y desinfección controlada.

  2. Identificar el tipo y gravedad de la contaminación para decidir el destino más eficaz: compostaje, lombricompostaje o digestión anaerobia.

  3. Evitar el contacto directo con cultivos activos; separar físicamente los sitios de compostaje de las áreas productivas mín. 10 m.


Compostaje termófilo de sustratos infectados

El compostaje termófilo, proceso en el cual la biomasa alcanza temperaturas de 55–70 °C durante varias jornadas, es uno de los métodos más efectivos para la bio-inactivación de hongos patógenos y bacterias esporuladas

  • Preparación: Apilar el material contaminado formando “hileras” o “pilas” de al menos 1 m³, mezclando con restos vegetales secos y, opcionalmente, estiércol o residuos de café.

  • Humedad: Mantener entre 60–65 %; debe notarse húmedo al tacto pero sin gotear.

  • Oxigenación: Voltear el material cada 5–7 días, monitorizando la temperatura.

  • Duración: Dejar destinado al menos 4–5 semanas, hasta alcanzar temperatura ambiente y notar olor a tierra fresca.

Ventajas del método:

  • Inactiva la mayoría de las esporas y patógenos en 2–3 ciclos térmicos.

  • El compost resultante puede utilizarse como abono en suelos agrícolas, plantaciones frutales y como base para nuevas camas de hongos, tras verificar la inactividad microbiana.


Lombricompostaje como bioremediación ecológica

El uso de lombrices rojas californianas (Eisenia foetida) transforma el sustrato residual contaminado en humus seguro y rico en nutrientes:

  • Pre-compostaje: Antes de añadir a las lombrices, debe compostarse térmicamente el material 7–10 días; esto elimina organismos patogénicos agresivos.

  • Proceso: Incorporar gradualmente el material al lecho de lombrices, monitoreando humedad y temperatura (ideal: 22–28 °C).

  • Rendimiento: Cada 100 kg de sustrato tratado proporcionará 40–50 kg de humus de lombriz y decenas de gramos de lombriz reproductora.

  • Control: Analizar mensualmente el producto para asegurar la ausencia de plagas y presencia de hongos beneficiosos.


Compostaje rápido con aditivos alcalinos

El método de compostaje alcalino involucra incorporar cal agrícola, cenizas de madera o yeso agrícola al material contaminado para acelerar la degradación microbiana y elevar el pH por encima de 10.

La cal no solo inhibe la germinación de esporas, sino que, aliada al calor generado en pilas bien manejadas, elimina la viabilidad de patógenos en menos de 15 días.

  • Usar entre 800 g – 1,5 kg de cal por cada 100 kg de sustrato.

  • Mezclar bien y humedecer ligeramente.

  • Mantener pilas cubiertas para evitar lixiviados.


Uso en restauración de suelos y huertos

El compost y humus resultante de sustrato reciclado debe usarse en condiciones que minimicen riesgos:

  • Preferir su uso en suelos, frutales o huertos urbanos, no en nuevas cámaras de hongos industriales.

  • En siembras de hortalizas, incorporar como “acolchado” o en mezcla al 15–20 % con tierra.

  • Siempre comprobar la estabilidad y olor: el compost debe tener un aroma terroso, no a fermentación ni putrefacción.


Seguridad y bioética en el reciclaje

No deben reutilizarse sustratos que:

  • Hayan sido contaminados con mohos toxigénicos (Aspergillus flavus, Penicillium spp.), especialmente en escalas comerciales.

  • Presenten residuos tóxicos, metales pesados, antibióticos o plaguicidas persistentes.

En casos de cultivos experimentales o con patógenos potencialmente peligrosos (bioseguridad nivel 2+), todo el material debe ser esterilizado o enviado a plantas de compostaje autorizadas.


Reciclaje industrial y circularidad

Las empresas de micoproteína y fungicultura avanzada están desarrollando tecnologías para convertir residuos pasteurizados en:

  • Bases para producción de enzimas, abonos líquidos o bioestimulantes.

  • Materias primas para fabricación de biomateriales (paneles, cartón, compuestos de micelio).

  • Alimento animal pretratado (solo bajo estricta verificación sanitaria).

Estas estrategias integran el control de la contaminación con los principios de economía circular y agricultura regenerativa, añadiendo valor al ciclo productivo y mejorando la rentabilidad a largo plazo.


Casos prácticos y tecnologías emergentes en el control de contaminación: Ostra Florida, Shiitake y Melena de León


En esta sección se abordan los desafíos y soluciones específicos que enfrenta la bioseguridad en la producción profesional de hongos con mayor demanda, ejemplificando con casos aplicados y tecnologías de vanguardia.


Ostra (Pleurotus ostreatus): control de contaminantes clásicos

Problema típico:

El hongo ostra es resistente a ciertas bacterias, pero vulnerable a Trichoderma y contaminación bacteriana en ciclo húmedo.


Prevención avanzada:

  • Sustrato: Utilizar paja pasteurizada, combinando inmersión alcalina y pasteurización térmica para minimizar esporas resistentes.

  • Inoculación: Flujos de aire filtrado, uso de cabinas o cajas de aire quieto, desinfección rigurosa de manos y herramientas.

  • Fructificación: Monitorizar CO₂ y HR, ventilación natural inteligente, y uso de sensores conectados.


Intervención en crisis:

  • Brotes de Trichoderma: Identificación visual (micelio blanco seguido de verde intenso), extracción eficiente de bloques contaminados, aplicación localizada de cal agrícola en pisos y superficies.

  • Contaminación bacteriana localizada: Separación de bolsas con exudados, eliminación de residuos húmedos, corrección de ventilación y temperatura.



Shiitake (Lentinula edodes): desafíos en la producción en troncos y bloques

Problema típico:

En cultivo sobre troncos, predomina la contaminación por moho verde y bacterias de la corteza; en bloques, las bacterias mucilaginosas y el Aspergillus.

Prevención avanzada:

  • En troncos: Cura adecuada de madera, remojo en agua limpia y pasteurizada, selección de maderas duras resistentes a hongos parásitos.

  • En bloques: Esterilización del sustrato con vapor, inoculación en flujo laminar, almacenamiento de bloques en cámara oscura a temperatura óptima (17–21 °C).

Uso de tecnología:

Sensores de HR y temperatura inalámbricos, historial digital de cada lote para trazabilidad.

Intervención en crisis:

  • Moho verde: Extracción mecánica de zonas afectadas, uso de aceite esencial de canela o thymol como antifúngico natural.

  • Bacterias: Reducción de HR, mejora en circulación de aire, reposo y limpieza mecánica de troncos.


Melena de León (Hericium erinaceus): particularidades y mitigación

Problema típico:

Melena de León es sensible a la contaminación por Trichoderma y a la asfixia radicular, manifestando problemas raros como infecciones de levaduras.

Prevención avanzada:

  • Pasteurización/esterilización estricta del sustrato a base de aserrín y salvado.

  • Uso de micelio de pura calidad, adquirido de laboratorios certificados.

  • Supervisión exhaustiva de la cantidad de agujeros de respiración en bloques/filtros autoclavables.

Intervención en crisis:

  • Presencia de zonas rosas o viscosas: Separar de inmediato, limpiar con peróxido, aplicar aireación forzada.

  • Levaduras: Uso controlado de extractos de cítricos y reducción de humedad.


Tendencias tecnológicas y profesionalización


Integración de sistemas IoT:

Túneles y salas con control digital de humedad, temperatura y CO₂. Alarmas automáticas en caso de detectar parámetros fuera de rango. Registro histórico digital para trazabilidad y análisis de eventos de contaminación.

Genética y micelios certificados:

Adquisición de micelio certificado, con trazabilidad genética, reduce riesgos y permite actuar preventivamente ante posibles brotes.


Protocolos de auditoría y mejora continua

Bitácora digital de incidentes:

Registro sistemático de eventos, controles y fallas con fotografía, análisis de causa-efecto, y cronograma de acciones correctivas.

Capacitación continua del equipo:

Programas anuales de actualización sobre bioseguridad, manejo de incidentes y uso de nuevas tecnologías.

Relación con laboratorios externos:

Análisis microbiológicos periódicos del sustrato y producto final, con certificados de ausencia de patógenos críticos.


Estrategias de innovación sostenible en fungicultura


La contaminación no se combate únicamente con químicos o calor: la sostenibilidad ecológica se convierte en aliada preventiva. Las prácticas regenerativas promueven equilibrio microbiológico, menos residuos y un ecosistema más resiliente en torno al cultivo de hongos.

Principios esenciales del control sostenible:

  1. Mantener el equilibrio microbiológico del entorno (hongos benéficos, bacterias ácido lácticas).

  2. Disminuir al mínimo el uso de biocidas sintéticos.

  3. Valorizar los residuos orgánicos como insumo del siguiente ciclo productivo (economía circular fúngica).

Acciones sostenibles aplicadas:

  • Uso de extractos vegetales antifúngicos: ajo, canela, eucalipto o neem.

  • Implementación de compost teas ricos en microorganismos beneficiosos que fortalecen el sustrato.

  • Producción descentralizada: reducción de transporte, huella de carbono y dispersión de contaminantes.


Control integrado de plagas y contaminantes (MIPF)

Inspirado en el manejo integrado de plagas (MIP) agrícola, el Manejo Integrado de Plagas Fúngicas (MIPF) adapta principios ecológicos, preventivos y tecnológicos al sistema micológico.

Su implementación incluye cuatro etapas:


Etapa

Objetivo

Herramientas clave

1. Prevención

Evitar el ingreso del contaminante

Filtrado del aire, limpieza, materiales pasteurizados

2. Monitoreo

Detectar incidencias con tiempo

Sensores digitales, registro de parámetros

3. Intervención localizada

Responder sin afectar el micelio

Microaspersión de peróxido, ozono controlado

4. Evaluación y ajuste

Mejorar tras cada incidente

Análisis del ciclo, corrección de prácticas

Ventajas del sistema MIPF:

  • Reduce pérdidas y consumo químico en un 60 %.

  • Aumenta la eficiencia energética de los ambientes controlados.

  • Minimiza impactos ambientales y optimiza recursos hídricos.

Tecnologías utilizadas:

  • Nebulizadores ultrasónicos automatizados.

  • Sensores IoT (temperatura, HR, CO₂ y pH).

  • Lámparas UV germicidas temporizadas para descontaminación aérea.

  • Apps de trazabilidad (control remoto y registro de eventos).


Aplicaciones biotecnológicas emergentes

Las siguientes innovaciones están redefiniendo el control de la contaminación en la industria micológica global:

a) Biorremediación dirigida

Investigaciones recientes muestran la capacidad de hongos como Pleurotus y Trametes para degradar micotoxinas y compuestos tóxicos, aplicables al reciclaje avanzado de sustratos.

b) Nanotecnología

Nanopartículas de plata o cobre encapsuladas en biopolímeros logran acción antifúngica localizada, con liberación lenta y menor impacto ambiental.

c) Cultura mixta controlada

Combinación de micelio fúngico con especies beneficiosas no competidoras (ej. micorrizas simbióticas), mejorando resiliencia ambiental en cultivos abiertos.


Bioseguridad ambiental y trazabilidad

La bioseguridad micológica no se detiene en el sustrato, sino que abarca control completo de aire, agua y material residual.

Prácticas profesionales:

  • Monitoreo constante de calidad del aire con placas sedimentación mensuales.

  • Filtrado de agua potable con cartuchos bacteriostáticos.

  • Revisión del historial de sustratos reutilizados mediante fichas serializadas.


Hacia una economía circular fúngica

El futuro de la fungicultura es regenerativo. A través de la integración de tecnologías limpias, reuso de materiales y compostaje activo, se logra una economía de ciclo cerrado, donde:

  • Cada residuo vuelve como fertilizante o sustrato regenerado.

  • Se reduce la huella de carbono del cultivo.

  • Se crean modelos de proximidad: productores autónomos, más resilientes y sostenibles.


Conclusión


Controlar la contaminación en la fungicultura es dominar su biología. Los hongos, como sistemas vivos, responden al equilibrio. Cuando el cultivador entiende los factores que mantienen ese balance ,higiene, ambiente, biología del micelio y tratamiento del sustrato,, la contaminación deja de ser un problema inevitable y se convierte en un indicador de mejora.


La prevención, la observación constante y el respeto por los procesos naturales forman el núcleo de la micología moderna sostenible.

Esta guía busca servir como herramienta de referencia y como punto de partida para la profesionalización de una nueva generación de productores capaces de combinar ciencia, sostenibilidad y rentabilidad.


Preguntas frecuentes (FAQ)


¿Cuáles son los contaminantes más comunes en el cultivo de hongos?

Los más frecuentes son mohos competidores como Trichoderma, Aspergillus, bacterias mucilaginosas y levaduras oportunistas. También pueden aparecer ácaros e insectos vectores.

¿Cómo puedo prevenir la contaminación en casa o en una sala profesional?

El éxito depende de la higiene del lugar y las personas, aire limpio (idealmente filtrado), uso de materiales pasteurizados o esterilizados correctamente y manipulación con guantes y mascarilla.

Trabaja en cajas de aire quieto y desinfecta todas las herramientas antes de usarlas.

¿Qué hago si detecto moho verde en mi sustrato?

Aísla el bloque o bolsa contaminada, retira el material afectado, aplica cal agrícola o peróxido en la zona y refuerza la ventilación. Desinfecta la superficie y monitorea el resto de tu cultivo.

¿Puedo reutilizar sustratos contaminados?

Si la contaminación es leve y tras compostaje termófilo o lombricompostaje, sí. Jamás reutilices sustratos con mohos tóxicos o contaminación severa para nuevos cultivos de hongos, pero puedes convertirlos en abono para huertos.

¿Qué tecnologías ayudan a controlar la contaminación?

Filtros HEPA, lámparas UV, sensores de humedad y CO₂ conectados, apps para monitoreo remoto y registros digitales de incidentes permiten anticiparse y gestionar problemas de forma profesional.

¿Cuándo usar productos químicos y cuándo no?

Úsalos sólo para limpieza previa y aplicaciones localizadas. Para el sustrato, prefiere métodos físicos (calor, pH, compostaje). Minimiza biocidas para proteger tu micelio y el ambiente.

¿Existe una solución universal?

No: cada especie fúngica y sistema de cultivo requiere ajustar los protocolos. Lo más importante es la prevención, el monitoreo diario y la respuesta rápida ante cualquier indicio de contaminación.


Referencias académicas y técnicas


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